domingo, 17 de abril de 2016

Cuando te dicen que eres Infértil

Hace algunos años fui con unas amigas a visitar a un amigo nuestro que acababa de ser padre. Yo no conocía a su pareja, ya no vivíamos en la misma ciudad y llevaban juntos un año. Después de las presentaciones y mientras tomábamos unas cervezas ella nos contó sobre su parto: "... pues resulta que yo era la mamá más vieja de toda la planta... desde luego, me parece que vosotras deberíais ir congelando óvulos..."
En aquel momento el comentario me sentó fatal.  Primero, porque hacía tan solo unos meses que yo me acababa de separar, así que era evidente que en ese momento la posibilidad de la maternidad no existía para mí. En segundo lugar, porque teníamos 33 años, así que me parecía una absoluta exageración. Y en tercer lugar, porque era la primera vez que la veía y no me estaba cayendo muy bien...
Mi ginecóloga de aquellos años me había dicho "no tengas prisa, estás estupenda, hasta los 39 no tendrás ningún problema".

Y bueno, pues resulta que las palabras que tan mal me sentaron llevaban algo de razón y las que me parecían estupendas se equivocaron de pleno. Y esto me ha estado sucediendo continuamente en los dos últimos años.

En septiembre del año pasado, 10 días antes de cumplir los 39, un médico de la SS en Madrid escribió en el informe: "Infertilidad primaria". Después, en noviembre, una gine en Alemania me dijo con lágrimas en los ojos que mi reserva ovárica era casi inexistente y probablemente este sería mi último año con alguna (y muy escasa) posibilidad de ser madre (con mis óvulos).

Por cierto, en Alemania, donde ahora vivo, la ovodonación no es legal, así que ni me la plantearon.

El mundo se me vino abajo, la verdad, porque no me lo esperaba, y me acordé de mucha gente:

-de la novia de mi amigo,
-de la ginecóloga de las revisiones anuales de Madrid,
-de la ginecóloga de Argentina a la que le conté que mi madre había tenido menopausia precoz y que hace 2 años me dijo que nada en mis análisis hormonales indicaba que yo lo fuera (obvio decir que no me hizo la Antimulleriana). Tampoco se preocupó cuando en mi primera eco intravaginal no aparecía mi ovario izquierdo: "...cuando no se ve un ovario es porque hay masa intestinal delante... pero lo tomamos como algo normal. No tienes ningún problema, además para saberlo tendría que abrirte y mirar, y eso no tiene ningún sentido".

Ole y ole.

Sobra decir que, por supuesto, resulta que mi ovario izquierdo sí se ve, pero es tan chiquito y marchito que hay que esforzarse y buscarlo... Por supuesto... no funciona.

Y para terminar con las frases que se me han quedado clavadas durante este proceso, está la de otro ginecólogo de clínica privada en Madrid al que fui a pedir una segunda opinión en diciembre: "Si te quedas embarazada, será un milagro. Entiendo que lo intentes, pero ponte un límite. El único ser vivo que deja que lo torturen y maltraten es una mujer infértil".
Jaaaaa, otro "ole" para él. ¿Pero... le falta razón?

jueves, 14 de abril de 2016

Y la palabra "Antimulleriana" llegó a mi vida

Hace dos años que mi chico y yo estamos intentando ser padres y hasta hace seis meses nunca había escuchado hablar de la "hormona antimulleriana". Ahora que no solo la conozco, sino que define este periplo en el que andamos metidos, no puedo comprender cómo no es una prueba médica obligatoria a partir de cierta edad.
Si habéis llegado hasta este blog... es que ya os habéis topado con la dichosa palabreja. Pues bien, como ya sabréis esta hormona establece la situación de la reserva ovárica de las mujeres midiendo tanto la cantidad de ovocitos como la calidad de los mismos.

Cuando pienso en todas las cosas de las que no tenía ni idea hace unos meses me siento un poco tonta. A veces estoy cerca de sentirme culpable por no haber sido más espabilada, por no haber leído más y no puedo evitar sentirme una ignorante. Esos son los momentos malos. Por suerte y por alguna extraña razón, hasta ahora, son los menos.

En otros, me invade la rabia contra las autoridades sanitarias de nuestros países (este camino me ha pillado viviendo en tres distintos) que no se han preocupado realmente en formarnos o en implantar medidas que ayuden a evitar esta infertilidad que cada día me parece más una epidemia. ¿Os habéis encontrado alguna vez en una sala de espera de clínica de reproducción asistida repleta de gente? Cuando pedí cita por primera vez en una privada me la dieron para seis semanas después... ¡No me lo podía creer! Ni hablar de la espera para la sanidad pública...

El caso es que en esa primera consulta en una clínica privada en Alemania me hablaron por primera vez de esta hormona. Me parece importante señalar que 3 meses antes tuve también la primera consulta de fertilidad en un hospital público de Madrid. Me hicieron análisis de sangre por supuesto, pero ni rastro de las siglas AMH. En las siguientes entradas os contaré mi historia y en qué momento del camino de contra la infertilidad me encuentro hoy.
Aquel 14 de noviembre de 2015 una ginecóloga con lágrimas en los ojos me dijo que mi AMH era menor que 0.1. ¡Ta chán!