jueves, 14 de abril de 2016

Y la palabra "Antimulleriana" llegó a mi vida

Hace dos años que mi chico y yo estamos intentando ser padres y hasta hace seis meses nunca había escuchado hablar de la "hormona antimulleriana". Ahora que no solo la conozco, sino que define este periplo en el que andamos metidos, no puedo comprender cómo no es una prueba médica obligatoria a partir de cierta edad.
Si habéis llegado hasta este blog... es que ya os habéis topado con la dichosa palabreja. Pues bien, como ya sabréis esta hormona establece la situación de la reserva ovárica de las mujeres midiendo tanto la cantidad de ovocitos como la calidad de los mismos.

Cuando pienso en todas las cosas de las que no tenía ni idea hace unos meses me siento un poco tonta. A veces estoy cerca de sentirme culpable por no haber sido más espabilada, por no haber leído más y no puedo evitar sentirme una ignorante. Esos son los momentos malos. Por suerte y por alguna extraña razón, hasta ahora, son los menos.

En otros, me invade la rabia contra las autoridades sanitarias de nuestros países (este camino me ha pillado viviendo en tres distintos) que no se han preocupado realmente en formarnos o en implantar medidas que ayuden a evitar esta infertilidad que cada día me parece más una epidemia. ¿Os habéis encontrado alguna vez en una sala de espera de clínica de reproducción asistida repleta de gente? Cuando pedí cita por primera vez en una privada me la dieron para seis semanas después... ¡No me lo podía creer! Ni hablar de la espera para la sanidad pública...

El caso es que en esa primera consulta en una clínica privada en Alemania me hablaron por primera vez de esta hormona. Me parece importante señalar que 3 meses antes tuve también la primera consulta de fertilidad en un hospital público de Madrid. Me hicieron análisis de sangre por supuesto, pero ni rastro de las siglas AMH. En las siguientes entradas os contaré mi historia y en qué momento del camino de contra la infertilidad me encuentro hoy.
Aquel 14 de noviembre de 2015 una ginecóloga con lágrimas en los ojos me dijo que mi AMH era menor que 0.1. ¡Ta chán!

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